
Los filólogos, taxidermistas de la comunicación, han acuñado un término para designar, en especial dentro del ámbito de la lengua griega, aunque no exclusivamente, aquellas palabras de las que se tiene una única constancia: un hápax (o un hápax legómenon, “dicho una sola vez”) es aquel vocablo irrepetido que se encuentra en un solo texto como se encuentra un tesoro inesperado en un desván tomado por el polvo. Esas palabras, una vez halladas, no sufren riesgo de extravío. No es su sonido el de las voces más hermosas, no suelen ser sus vestiduras las más evocadoras, pero se tornan en su escasez inolvidables. En ese intercambio encapsulado entre el significado y el ojo se sella un pacto, una complicidad, que es un regalo, como regalo es el paisaje irrepetible contemplado desde la quilla de la barca de Caronte a cambio de ese óbolo –ese también único óbolo– que no retorna nunca.
Esa vez, esa vez sola que ello ocurre, que ello se nombra, es importante. Esa vez sola abate imperios y alza leyendas. Los mitos se nutren de lo que pasó tan sólo un día. Y el dolor. Con motivo de la reciente y afortunada nueva grabación del Dido y Eneas de Henry Purcell, releía aquel pasaje en que Eneas acude a despedirse de la reina de Cartago por verse obligado a partir hacia destinos más gloriosos –aquí, precisamente, la reiteración secular del “varonil” argumento convierte al supuesto héroe en un personajuelo de cartón, algo que no es culpa en absoluto de Purcell–. En esa escena (“Your counsel”) hay una inflexión, un momento fugaz de duda, en que Eneas manifiesta su cambio de parecer, su intención de permanecer junto a la amante desolada, contrariando los "deseos jupiterinos". La respuesta de Dido es digna, deslumbrante:
No, faithless man, thy course pursue;
I’m now resolv’d as well as you.
No repentance shall reclaim
The injur’d Dido’s slighted flame.
For ‘tis is enough, whate’er you now decree,
That you had once a thought of leaving me.
“Porque es suficiente, no importa lo que ahora decidas, que hayas pensado abandonarme una sola vez”. Lo que sucede después es de todos conocido.
When I am laid on earth, en versión de Simone Kermes.