jueves, 26 de febrero de 2009

LA ÚLTIMA PALABRA

En esto ando en estos días: descuido a los vivos por los muertos.

Pronto habrá libro... Primicia:

Hoc Anulina mei memorantur carmine Manes,
paruola quae uixi anno semisseque
sed mea diuina non est itera sub umbras
caelestis anima. Mundus me sumpsit et astra,
corpus habet tellus et saxum nomen inanae.

En estos versos se evocan mis Manes,
los de Anulina; fui tan pequeña
que sólo tuve vida un año y medio.
Pero sabed que mi alma celestial
no seguirá la ruta de las sombras.
El mundo me ha acogido, y sus estrellas.
Mi cuerpo es de la tierra. En esta roca
se custodia lo inane de mi nombre.
.
Qui dolet interitum, mentem soletur amore.
Tollere mors uitam potuit, post fata superstes
fama uiget. Periit corpus, sed nomen in ore est.
Viuit laudatur legitur celebratur amatur
nuntius Augusti uelox pede cursor [...]
cui Latiae gentis nomen patriaeque Sabinus.
O crudele nefas, tulit hic sine crimine mortem
damnatus, periit deceptus fraude latronum.
Nil, scelus, egisti: fama est quae nescit obire.

Quien sufre por causa de la muerte, solaz halla
en el amor su espíritu. Mas aunque la muerte
pueda cercenar la vida, su fama supera
este destino. El cuerpo perece; el nombre
en las bocas se prolonga. Loado, leído,
honrado, amado, vive aún el emisario
augústeo, de pie veloz, latino en nombre
y sabino por su patria. ¡Oh, crimen cruel!
Sin tacha sucumbió a la muerte, por ladrones
engañado. Mas nada, asesino, arrebataste:
reputaciones hay que no saben qué es morir.

Pontia sidereis aspirans uultibus olim
hic iacet: aetherio semine lapsa fuit.
Omnes honos, omnis cesit tibi gratiae formae,
mens quoque eum uultus digna nitore fuit.
Tradita uirgo toris decimum non pertulit annu
coniugii, infelix unica prole perit.
Quantus amor, mentis probitas quam grata marito,
quam casti mores, quantus et ipse pudor,
nil tibi quod foedum, uitium nec moribus ullum,
dum satis obsequeris, famula dicta uiri.
Denique te, memet fatis odioque grauatum
dum sequeris, uidit Corsica cum lacrimis,
tu Treuiros pergens cursu subuecta rotarum,
coniugis heu cultrix, dura satis pateris,
te pater infestus genero cum tollere uellet,
temtasti laqueum si faceret genitor.
Cedite iam ueterum laudes omnesque maritae,
tempora nulla dabunt talia quae faciat.
Vir tuus ingenti gemitu fletuque rigatus
hos feci uersus pauea tamen memorans.

Poncia, cuya faz competía con las estrellas,
yace aquí; llegó como caída del cielo.
Su decoro se tradujo en sus hermosas formas.
No fue digna su cabeza de esplendor menor
que el de su rostro. Doncella fue entregada al lecho,
mas no llegó a cumplir los diez años de casada,
y pereció la infeliz dejando un solo hijo.
Cuán grande era su amor, cuán grata era al esposo
su honradez y su castidad y su pudor.
Nada hubo en ti que fuera vicioso o vergonzante,
antes bien, obediente serviste a tu marido.
Y al fin, siguiéndome, aun mal visto por los hados,
te vio sollozar Córcega, mientras hacia Tréveris
veloz te dirigías, en cura de tu esposo,
padeciendo en verdad las más duras situaciones.
Queriendo tu padre de mi lado arrebatarte
por odio hacia su yerno, intentaste el suicidio.
Esposas todas, loas de los antepasados:
callad. Ningún tiempo alumbrará mujer alguna
que haga nada semejante. En lágrimas bañado,
tu marido, con grandes gemidos, estos versos
escribí, invocando lo menor de cuanto fuiste.

Scripta manent.