sábado, 24 de mayo de 2008

EXILIO


Las máscaras aguardan en el limo
su turno de fulgores apagados.

jueves, 8 de mayo de 2008

CUERDAS PARALELAS

El tiempo y el sueño son dos paralelas que en el infinito se aman. Ambas se nutren del déjà vu, ambas están pobladas de victorias, de saqueos, de ruinas, de hierba crecida en el campo de batalla del desastre conocido. Ni el tiempo ni el sueño se valen del lenguaje para narrar su curso: el fragor de la lucha y de sus héroes se concentra bajo los párpados cerrados; el aedo, para cantar hazañas, no conoce otro bordón que el caos en que se despereza la voluptuosa poesía: esa moneda corriente –la poesía– entre ciegos que desconocen el lenguaje de los hombres.
Entre el tiempo y el sueño han transcurrido estos días, lejos de la escritura, cerca de la tierra. En ese tránsito la serpiente anual me ha dejado otra muesca en el tobillo; su confusión es su venganza, su rito es un ciclo, su reptar me acrecienta la edad y las dudas; en sus colmillos se aloja la juventud que huye, y su mordida es el trópaion que hincaban los antiguos en el teatro hospitalario de sus crímenes: la lanza de las horas que desafía a la brisa cruenta de abril, el lasciate ogni speranza que desliza su cicuta con discurso mudo por debajo de mis ropas, mientras desciendo veloz a la morada del vacío.
Como la nívea Venus de Delvaux, he dormido un sueño de arquitrabes imposibles, de suelo ajedrezado, de noche asesinada; mi muerte se ha cruzado en mi camino mientras me dirigía engalanada a la ópera en Venecia. Mi canapé violeta custodiaba palimpsestos que descifraba mi cabeza. Todo eso ocurrió mientras dormía, o quizá esté a punto de ocurrir. He despertado presa de mi propia voz, de la música rota de sus cuerdas paralelas. Un año más. Palabras en mi lengua. Y los ojos bien abiertos.