domingo, 11 de noviembre de 2007

ALAS DE MARIPOSA

Un año junto a las piedras de la historia, y entonces una hora suena, es la tuya: en el poema, monólogo del sufrimiento y de la noche. Gottfried Benn. Amargo y táctil, sabio. Un poema es una mariposa deshojada; con sus versos como ojos sobrevuela los escombros, el rumor ceniciento de la albada, el comienzo inesperado del otoño en el adiós feroz de los amantes. Tantas piedras, tanta historia, tanta estrada. Y el fragor de una música apagándose. El belvedere se ha cubierto de hojas secas, de palabras que se extinguen como máscaras ahogándose en el limo. La poesía llega tarde, renqueante. Con los guantes en la mano siempre asiste únicamente al vals final –su cadencia sepia y perfumada–, pero asume las exequias y embalsama, exquisita, los cadáveres. La poesía y su vocación sepulturera, primorosa... Sin letanías, sin séquito, sin lágrimas, los cuerpos demediados son objeto digestivo de espectáculo; en la morgue del poeta las estatuas se redimen del olvido: aquí y allá, en las limpias incisiones de la autopsia, se respira la belleza, el vuelo aleve de unas alas de colores asesinos.
Algún día aquellas alas arden, también mueren. Arde la labor de la encajera de las horas; el incendio de su blusa, amarilla como un réquiem; sus agujas se hacen dagas en la piel del bastidor. La encajera es una araña delicada y no lo sabe: en su red las mariposas mutan, se convierten en translúcidos poemas, en monólogos de polvo. La infinita noche de la araña tejedora no declina, el sufrimiento es un encaje minucioso. Quizá un libro.

7 comentarios:

JML dijo...

Mi querida Ana:

Tu mariposa, tu encajera, son volutas de una hoguera que no para de arder. Poeta fue quien dijo que los dioses tejen desdichas para que a las futuras generaciones no les falte algo que cantar. Está por ver a qué precio queremos seguir cantando…

Un beso temprano, para que no frecuente el olvido.

Sir John More dijo...

Susurraba una buena amiga que las alas de las hadas deben estar tejidas de palabras, y no le faltaba razón. La noche, el amor y otros latidos perniciosos inyectan vida a esas alas, que se agitan descargando sus tormentas con la ira de la ternura, con la sed del llanto, con la melancolía de la verdad. No dude vuesa merced que andaré muy, muy atento a cada uno de los crujidos del barco de sus noches y a cada una de las minuciosas costas de papel en las que recaló. Lo conseguirá, conseguirá que aprenda a descubrir el verso...

zeta dijo...

Aquí no falta nada,salvo una cosa: Palmas,muchas y cálidas palmas...Un beso,que lindo escribe,como para volver acá...

Javier Menéndez Llamazares dijo...

¿Araña o mantis?
Aún así, quedo a la espera de un cabo, con la esperanza de encontrar a Ariadna al otro extremo.
Siempre tuyo.

Anónimo dijo...

Mi querido elperdedor: En cada vuelo está la víctima, está el verdugo. Y la atracción letal del fuego. Esa hoguera, sí, que no se acalla... Pero sonrío. Tú lo has visto.
Recojo tu beso como un conjuro.

***
Querido Sir: No sé si debo aconsejarle que no penetre en esa morada. Es hermosa, pero no siempre se está a gusto. Aunque se aprende a morir de pie. En todo caso, si necesita mi mano -mi guía-, la tiene. Ya lo sabe. Un beso.

***
Querido zeta: Nada como la calidez y un beso y un regreso. Gracias.

***
Mi Javier: La araña Ariadna está siempre en su roca, aguardando. Es Teseo quien escapa, quien rompe el hilo del juego. Beso en tu barca.

leo dijo...

Creo que escribir es como hacer un tapiz: el caos del reverso debe traducirse en armonía en el anverso, a la vista de todos. Tu encajera-araña me resulta muy familiar, pues.
Bellísimo, Ana. Tan lúcida como siempre, además.
Un besote.

Anónimo dijo...

Querida Leo: Probablemente en ese reverso, a la sombra invasiva de la perfección, esté la verdad. Tú lo sabes.
Bello tenerte por aquí. Un beso.