Pero Aberdeen no sólo encala la sombra de Cobain, también enmienda las palabras cinceladas en su lápida, transformada al fin en palimpsesto. La sesuda advertencia de ultratumba al caminante improvisado –“Drugs are bad for you. They will fuck you up” (“Las drogas son malas, te van a joder”)–, que parece pronunciada con retranca desde la otra orilla de la Estigia, ha entrado en conflicto con la estricta moral de los norteamericanos, que han optado por la sustitución de las letras u y c de fuck por asteriscos: f**k. El mensaje resulta ahora más gráfico: si la vida no te deja ver el sol, las drogas te dejarán ver las estrellas. La damnatio memoriae, el raspado y sustitución del recuerdo de los héroes y villanos precedentes, siempre ha conducido al caos y al error. En sus costuras imperfectas se delata la miseria del pulcro corrector sobrevenido; en su exceso de celo justiciero alienta la pátina viscosa de la usurpación.
Borrar es un gesto circular: borrar y ser borrado, borrar lo que fue un día por miedo de atisbar lo que no llegará a ser. La goma arrastra en sus virutas las letras de otro nombre, alumbrado a la escritura para morir en el acto de servicio de la tiranía poética; así también, y sin sentido, fallecen las dunas que nacieron una vez por las evoluciones capciosas de la arena.