domingo, 12 de octubre de 2008

AMORE

Va a ser verdad que el amor es una casa. Una casa levantada tan sólo para ocultar una pared, una pared tan sólo, una pared en la que están escritos los grafemas de una historia, la historia de un amor trazada con una mano en el aire suspendida, en el aire una mano como una sonrisa felina que se disuelve poco a poco, una mano como la que turbó a Belasar en Babilonia con su enigma, la mano y su caligrafía que entregó la ciudad entre ciudades a los persas y a los medos.
En esa pared todo está inscrito y el centinela amor vino después, a rematar su faena de arquitecto de las ruinas, cuando el fresco amor en la pared ya estaba muerto, a levantar paredes, otras, el resto de paredes postergadas por la pasión y su escritura febril, alucinada. En el amor siempre hay un antes y un después, igual que hay un edén y hay un infierno, igual que hay un cordel sobre el vacío y un vacío. Va a ser verdad que el amor es una casa, una casa que se sueña y que no existe sino cuando anochece en el amor, una casa que es túmulo donde honrar y custodiar cenizas, cenizas de una pasión que ardía sin tiempo de buscarse un techo. Siempre el amor que arde se consume a la intemperie.
Pienso en estas cosas leyendo a Manganelli, el autor de cordones malabares. Quiso Amore venir hasta mis manos en tiempo de ventisca, como un testimonio escéptico y sin embargo herido. Dice el italiano: “En las paredes de la iglesia fueron pintados grandes frescos. Me gusta pensar que los frescos son más antiguos que la iglesia. De entre todos, una figura especialmente me aflige y dolorosamente me consuela. Es una figura de espaldas, alta, cándida, guerrera, alada acaso, un ángel. He buscado el punto exterior de la iglesia correspondiente a la figura del ángel. Y dado que no hay allí rostro, he llegado a la conclusión de que la iglesia fue construida precisamente para borrar el rostro del ángel. En verdad, el único indicio que tengo yo de algún coloquio nuestro, de un estar juntos, es precisamente este negarme su rostro”.
La casa que al amor cobija es urna funeraria, iglesia simulada para un altar hereje. Y el amor: sólo un ángel que se extingue, atrapado en un muro embadurnado de albayalde. El amor es semilla y herbicida, es latido y mausoleo, un rostro vuelto. Amor le llaman, por ceguera, vesania o cobardía.

13 comentarios:

Bardamu dijo...

Expresivo el cuadro: el amor nos convierte a todos en niños.
Bonito gato. Un saludo

Anónimo dijo...

Sí, en niños sin sentido y propensos a la herida (a recibirla y a infligirla). Cosas de Tiziano...
Beso felino :-)

matlop dijo...

cuando encuentro el amor
lo comparto!!!

te cuento que
estoy concentrado en varios proyectos
uno de ellos, el libro: Neuropoesía por Matlop.
editado por corriente alterna , serán 200 ejemplares firmados por una gota de semen..jaja!

te mantendré informada cuando este listo y de formalmente como será!!



besos mil para ti
mat

Morgenrot dijo...

Alto precio tiene el amor.

Tan frustrante y tan acogedor, tan contradictorio como atrayente. Ese imán que nos lleva como a la guerra: se gana y se pierde; pero inevitable.

Complejo post. Enhorabuena por tu capacidad de desnudar con la palabra.

Besos siempre, Ana.

Anónimo dijo...

Amigo Matlop: Enhorabuena por ese proyecto de libro; seguiremos expectantes. Más crudo te veo lo de la firma de los 200 ejemplares :-) Es obvio que un libro es otra forma de amor... Besos, queridísimo.

***

Bella Morgenrot: ¡¡Qué bien poder ponerte rostro!! El amor es una ausencia, un vacío; me sorprendió ver esa idea en el gran Manganelli, algo que siempre he pensado y que el autor italiano desmenuza hasta niveles asombrosos, girando lingüísticamente como un derviche -según su costumbre.
Beso de celebración por tu imagen.

C.C.Buxter dijo...

Bello texto, Ana. Por ahora, el amor no me preocupa: me queda mucha travesía hasta arribar a ese puerto. Mientras tanto, contemplo los destrozos que causa a mi alrededor.

Por cierto, y aunque no tenga nada que ver, no me puedo resistir: ¿has leído algún libro del nuevo premio Nobel de literatura? Yo confieso que ni siquiera me sonaba su nombre...

Anónimo dijo...

El amor es estampa y revés, es independencia y sumisión, es fruta dulce y almendra salada, es empeño y debilidad.
Amor le llaman, también por valentía.

Un beso con mucho amor, para ti, Ana.

leo dijo...

Mientras esos amorcillos se mantengan en el cuadro y no escapen para sembrar el pánico...
Frente al amor todos somos vulnerables; me encantaría saber por qué.
Un beso grande, querida Ana.

Jorgewic dijo...

Y a mí que este último librito de Manganelli no me gustó nada, Ana..., y mira que me jode decirlo. ¿Me estaré haciendo mayor? ¿Será por el bromuro? ¿Es operable, doctora?
Besos

Anónimo dijo...

C.C.Buxter: Mmmm, muy absorbido y absorto te tiene la judicatura. Eso hay que arreglarlo :-)
De Clézio no es extraño que no lo conozcas, porque si no me equivoco sólo tiene dos títulos publicados en España. Yo leí El Africano en su momento y la verdad es que no me deslumbró. No puedo juzgar a un autor sólo por un libro, pero... se me ocurren nombres más estimulantes.
Besos.

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Querida Antonia: Valentía, sí, hay que tener para volver a cruzar el vacío :-) Beso agradecido por tu visita.

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De esos amorcillos no cabe esperar nada bueno, hermosa Leo. Tiziano sabía bien lo que pintaba.
El amor nos hiere seguramente porque nos deja vacíos. El amor no llena, despoja, es una ausencia. Eso lo ha visto bien Manganelli. A cambio, nos hace más ligeros. Cada vez que amamos nos vemos obligados a limpiar la propia casa :-) En eso el amor y la muerte se parecen mucho... Beso, queridísima.

***

Jorgewic: Comparto parcialmente lo que dices sobre Amore. Ciertamente, no es el mejor libro de Manganelli. Quizá La Ciénaga Definitiva sea su obra más lograda. Pero a la vez, como autor genial, tiene pasajes que son geniales, aunque Amore en su totalidad no lo sea, porque en realidad es un exceso. Creo que el que transcribo es uno de ellos, aunque hay más.
¿Bromuro? ¿Pero no lo habías dejado? :-) No te preocupes, yo te opero lo que quieras...
Besos.

zeta dijo...

Usted siempre se luce en lo que escribe, y ahora que al leerla noto lo opuesto de pasar de una idea a una imagen creo poder afirmar que se lució mucho más, sin comentar mi admiración, por supuesto. Y es que el amor siempre se consume antes de llegar a la puerta o al tálamo, siempre con sus obvias consecuencias. Además las palabras de Manganelli son hermosas y precisas para lo que significa la ilusión, cómo decirlo, esperar encontrar un rostro al otro lado. Además la figura de la iglesia consume todo,chupa hasta los huesos el sentimiento que encuentre en su plato, hasta creo que no camina bien con el amor a Dios, pero bueno...Simplemente un saludo, un suerte y algunos buenos deseos; chao.

Anónimo dijo...

Querido Zeta: Siempre el rostro verdadero late al otro lado del azogue, usted lo ha sugerido bien. Alcanzarlo es una pura elección. Gracias por venir. Besos.

zeta dijo...

Besos, todo en hacer y en elecciones...Cuidese, luego pase a leerla...