martes, 21 de octubre de 2008

LA OREJA DEL EMPERADOR

Este domingo 26 de octubre se clausura la que sin duda puede calificarse como una de las grandes exposiciones de este año 2008: la dedicada al emperador Adriano en el British Museum de Londres. La exposición es magna por su propósito y sus logros, es magna por el retrato que sabe dibujar de una figura decisiva de la Historia de Occidente, pero es magna también, y en especial para nosotros, por aludir a un personaje que no sólo tenía evidente raigambre hispánica, sino que además hacía gala de ella. En efecto, Adriano, nacido en realidad en Roma (aunque algunas fuentes sugieren Itálica como ciudad natal), procedía de una familia bética, y la acuñación imperial de moneda se recrea en esta cuestión; una de las piezas más hermosas de la exposición del British es un espectacular áureo que presenta la efigie de Adriano en el anverso, y en el reverso una figura femenina con una rama de olivo en la mano, a modo de encarnación de Hispania. Y es que en el olivo está el quid de Adriano, de su ascendencia y de su imperio. El comisario de la exposición, el conservador Thorsten Opper, subraya la ascendencia surhispánica de Trajano, padre adoptivo de Adriano, que hizo de éste su sucesor alterando toda previsión, e igualmente pone énfasis en las raíces parentales del propio Adriano, cuya enriquecida familia no sólo dotó al Senado con varios miembros, sino que además estos mismos y otros de similares intereses y acomodo comenzaron a conformar una nueva elite senatorial bien distinta a la vigente hasta el momento. Y es que los productos mediterráneos, y en particular el aceite, proporcionaron una vida muelle a los béticos y sobre todo a las familias que dominaban el entorno… y pronto mucho más allá del entorno. Esa molicie permitió, a su vez, la excéntrica vida de Adriano –el primer emperador barbado, dicho sea de paso–, su desmedida afición a la caza, sus viajes y su gusto por lo griego –que le valió el apodo de Graeculus–, su tendencia a la literatura, la filosofía, la belleza… en combinación con un imparable cursus honorum y una mano firme en que se aunaron la violencia más implacable… y la ternura homosexual más desbordada: los mil rostros de un andaluz inmortal.
La exposición arranca y muere en la literatura: desde las célebres Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar, cuyo manuscrito se exhibe en una vitrina como idea desde la que iniciar el itinerario, hasta los reflexivos versos Animula vagula blandula… atribuidos al emperador, con los que se cierra la muestra, flota en todo el montaje un homenaje a las palabras, también a las de los escritores clásicos, que sirven de lúcida guía por las diferentes secciones de la exposición. Excediendo a la palabra, la imponente presencia de Adriano, representada por los fragmentos de una monumental estatua del emperador de casi cinco metros de altura recientemente hallada en Sagalassos (Turquía): cabeza, brazo y pie hercúleos, que verdaderamente sobrecogen.
Guerrero. Soñador. Visionario. Las diversas facetas del emperador, hasta las más peculiares, se muestran en esculturas varias: la célebre cabeza juvenil en bronce extraída del Támesis en el XIX, además de otras imágenes en las que Adriano aparece bien con atuendo griego, bien desnudo con tocado marcial (y poco imperiales atributos), bien con toda la artillería militar encima y aplastando a un bárbaro de reducido tamaño, bien con gesto implacable, bien meditativo y ya maduro. En todas ellas, una nota común: un peculiar pliegue en el lóbulo de su oreja. Un detalle anatómico que permite especular con una enfermedad coronaria del emperador (es un rasgo frecuente en enfermos de esta categoría), quien, por lo demás, murió de muerte natural, ajeno a dagas y venenos: todo un logro en el Imperio Romano, a pesar de que no estaba personalmente bien considerado, según atestiguan las fuentes.
La exposición explora otros aspectos interesantísimos: la inclinación de Adriano por la arquitectura, incluso por el diseño individual, es uno de ellos. Su huella en la restauración del Panteón se ha perpetuado posteriormente en algunos edificios más que notables: San Pedro del Vaticano, Santa Sofía, Santa María de las Flores, la mezquita Suleimaniye, el frustrado Halle des Volkes de Speer… o la propia cúpula de la Reading Room del British Museum bajo la que, en una suerte de guiño travieso, se custodia la muestra adrianea. También se nos transmite la anécdota según la cual Adriano, al inmiscuirse en una conversación entre Trajano y el arquitecto Apolodoro de Damasco, fue enviado por éste a freír espárragos, o más exactamente “a dibujar a otro lugar sus calabazas”.
Como era de esperar, no falta un delicioso espacio dedicado a la Villa Hadriana en Tívoli, con una magnífica maqueta y un fondo con enormes fotografías retroiluminadas. Desde la Villa Hadriana nos adentramos de forma natural en el universo de Antínoo. Una fascinante escultura del mítico efebo de Bitinia permite explicarse por qué todo un emperador pudo caer de rodillas ante él. Demasiado hermoso para ser de carne y hueso… quién sabe.
Por allí, también, se exhibe la espléndida Copa Warren, con escenas homosexuales explícitas. Y frente a este entorno estrictamente masculino: el honor, la pudicia, la venerabilidad de Vibia Sabina, la esposa de Adriano, deificada a su muerte; la mujer de la que se dice que no llegó a consumar su matrimonio pero que, en cambio, mantenía relaciones lésbicas con alguna que otra amiga.
Entre todo ello, cascos, corazas maravillosamente labradas, vestigios de represión, de liderazgo político-militar y territorial (la ciclópea Muralla de Adriano del 122 que dejaba a los “bárbaros” al otro lado del Imperio), también de afectos paterno-filiales (el precioso camafeo de Trajano y Plotina, los retratos de Marco Aurelio y Lucio Vero niños)… y de reflexión sobre la muerte: un lugar en que reposar (el Castillo de Sant’Angelo) y unas palabras para la posteridad...
Animula vagula blandula
hospes comesque corporis
quae nunc abibis in loca
pallidula rigida nudula
nec ut soles dabis iocos.

27 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu entrada de hoy es perfecta sustituta de la expo de Londres para los que no podremos verla.
Preciosa.

Y me he quedado prendada del camafeo...puedo quedármelo? :)

Mil gracias por compartirlo aquí.
Un beso

Anónimo dijo...

Uf, ese camafeo, si lo vieras al natural, su delicadeza y transparencia extraordinarias... No me extraña que te haya gustado tanto, precisamente a ti: es una de "las" piezas de la expo.
Gracias a ti por tu mirada.
Beso, querida Only.

Idea dijo...

Ana, coincido con Only, maravilloso recorrido virtual de la exposición. Un beso

Anónimo dijo...

Beso, Idea, gracias por acompañarme con el eco de tus pasos por las salas vacías.

Fer dijo...

Así se puede tocar todo lo que has narrado. Casi me derrito de placer. Un poco más y estallo.

No sufriría por otra exposición. Por esta sí. Antes de la próxima narración, por favor, avísame, que me prepare, ¡me mareo!

Besos, saludos, desde una de las provincias hispánicas.

Anónimo dijo...

Sallopilig ref: Imagínate todo eso iluminado por una luz tenue, en salas oscuras donde sólo refulgen las piezas, las esculturas, las armas, los bustos, los paisajes, las palabras...
La belleza puede afectar a la salud a veces, sí.
Beso con corona de olivo.

Pablo J. Vayón dijo...

Muy sugerente todo. Una lástima que los olivos no den ahora para tanto y que la Bética no sea ya lo que era.

Anónimo dijo...

Probablemente no hay ya victorias que coronar, queridísimo. Los olivos quedan sólo para los mochuelos. Y la Bética... qué decir: o tempora, o mores...
Beso.

Morgenrot dijo...

Dependemos tanto de nuestras circustancias que tantas veces, tenemos que renunciar a disfrutar de eventos culturales como el del British Museum.

Nos queda el gusanillo encorajado de la renuncia y el deleite virtual de tus explicaciones e imágenes. Casi cómo si hubiéramos saboreado el " todo Adriano ".

Así pues, casi me doy por satisfecha, desde mi rincón de la Bética, de la gran Itálica que fue en su día.

Besos Ana. Siempre un placer leerte.

Luis López dijo...

Lástima, no llegaré a tiempo. He visitado el British Museum de Londres en dos ocasiones y siempre la visita me ha parecido corta. Recuerdo la última vez que a la salida comentamos a uno de los vigilantes: ¡vaya porquería de museo. Todo está roto, no ha quedado ni una pieza sana! El vigilante pilló el sentido de la frase y los tres comenzamos a reírnos con ganas.
Por lo que dices es una lección de historia. Gracias por tenernos al día. ¿Tambi´n estaba todo roto?

Cristian M. Piazza dijo...

Hola Ana,

Clase magistral. Te exrañaba.

Beso

Anónimo dijo...

Bella Morgenrot: Tantas veces el azar nos proporciona una sorpresa que se agazapa detrás de un viaje inesperado. Son vivencias que vuelan como una mariposa, inaprensibles, pero que dejan al tiempo su polvo en nuestro dedos, una dulce mancha que no se borra. De Londres me traje el corazón lleno de arte y emoción, de forma clandestina. Viajar es robar, sin duda.
Gracias siempre por tu cálida visita. Beso de norte a sur.

***

El British es un museo hermosísimo, querido Luis. Es muy difícil agotarlo y muy fácil agotarse. Y hay piezas que laten... incluso hechas pedazos :-)
En la expo de Adriano había algunas cosillas rotas, pero no te creas que tantas. La gran mayoría eran piezas bien íntegras y hermosas, además de elocuentes.
Beso entero.

***

Querido Cristian: Qué alegría tenerte en casa. Yo también te extrañaba.
Beso de alumna.

leo dijo...

Qué pasada de entrada, Ana. Gracias por el viaje.

Anónimo dijo...

Leo: Cuando quieras hacemos otro :-) Besos, linda.

Miroslav Panciutti dijo...

Como ya te han dicho todos, haces una crónica tan buena de la exposición que casi uno cree estar allí. Adriano, de todos los emperadores, es seguramente uno de los que mejor fama conserva y, sin negarle sus méritos, imagino que mucho ha de haber influido doña Margarita (al menos, en mi caso). Por cierto, me llama la atención que escribas Villa Hadriana, con H; ¿a qué se debe? Un beso.

Anónimo dijo...

Queridísimo: Es cierto que Adriano goza hoy -no tanto en el caso de las fuentes romanas- de una buena consideración por parte de los historiadores, entre otras cosas por su renovación de la administración, sus logros militares -extensión y buena guarda del Imperio- y su relativa moderación en las extravagancias. Además, el hecho de que le interesara la poesía constituye un tanto a favor, sobre todo cuando ya estás muerto :-)
Villa Hadriana lo transcribo con H porque en realidad Adriano en latín se escribe con H, y el nombre de la Villa, pues, es Hadriana -una pedantería de la que puedes hacer caso omiso :-)
Besos muchos, con o sin h.

C.C.Buxter dijo...

Llego demasiado tarde para alabar esta entrada, pero bueno: es cierto que, leyéndola y viendo las imágenes, uno puede transportarse en cierta manera hasta la exposición. Eso sí, y para que no se diga que no soy original, voy a decir una herejía: el camafeo, salvando las distancias, me ha recordado a las antiguas monedas de 500 pesetas, en las que salían los perfiles del rey y la reina...

uminuscula dijo...

hola..

Anónimo dijo...

C.C.Buxter: T'as pasao, mushasho :-) Benditas monedas aquellas de 500, la de cosas que se podían comprar con ellas... Besillo sin devaluar.

***

Mi querida u: Cuánto tiempo sin verte por aquí. Sé rebienvenida. Besos.

zeta dijo...

Me ha encantando la molicie encontrada en su texto, escrito de modo muy transparente, cosa que no es tan común, pero que no le disminuye. Para mí es una pequeña mirada al mundo de los emperadores y eso, eso es divino, como usted, si se busca una palabra. Y bueno, para no ser excesivos recalcar que uno no podrá ver esas piezas algún día, pero bien puede encontrar las que le hacen competencia a aquellas por acá, en usted. Un beso enorme.

Anónimo dijo...

Me encanta este blog! Lo he descubierto por casualidad por los premios 20 minutos.
Te invito a que conozcas el mio:
http://campodifiore.wordpress.com/
Seguiré visitándote, ya tienes mi voto.

Anónimo dijo...

Muy agradecida, Campodifiore. Te he hecho una visita, y puedo asegurarte que me has sorprendido. Nunca pensé que pudieran palparse tantas formas e ideas bellas en el aseo de cada mañana :-)
Ah, gracias por tu voto!!
Beso.

Anónimo dijo...

¡¡Gracias por tu generosidad, Blanca!! Me voy corriendo a "fisgarte" :-)

ONDA dijo...

Gracias por esa visita virtual tan bien acompañada de tu prosa.

Yo soy nieto de otro Adriano este nacido en Sevilla, cuyo semblante dio pie a múltiples metáforas con el emperador Adriano.

Es célebre el cuadro de Vázquez Díaz reproducido en alguno de los libros editados de y sobre Adriano del Valle.

Figura olvidada de las letras pese a su valor, es recordada en la mayoría de las entradas de mi blog.

Saludos afectuosos y felicitación sincera por este espacio tan cálidamente artístico descubierto de la mano invisible de Morgenrot que honra el mío.

Anónimo dijo...

Estimado amigo: Agradecida quedo por tus palabras y tu visita, máxime viniendo de la mano de la bella y apreciada Morgenrot. He echado un vistazo a tu cuidado y memorioso espacio, me ha parecido muy interesante -por cierto, me ha encantado el collage veneciano :-) Pasea por esta casa siempre que te apetezca.
Un abrazo y bienvenido.

Anónimo dijo...

Estimada Ana, te felicito por tan hermoso blog. Me gustaría saber si entre los autores latinos que citaron en la exposición se encontraba Catulo.

Anónimo dijo...

Amigo anónimo: Ya hace un año y medio desde que visité la exposición, y mi memoria por ello puede ser frágil al respecto, pero creo recordar que no, que Catulo no se encontraba entre los personajes mencionados. Un abrazo y bienvenido.