domingo, 31 de enero de 2010

TABLAS DE LA LEY

¿Son rojas las rosas en la oscuridad? En la sentencia inquietante de Wittgenstein alienta una intuición cautelosa y escéptica. Tal vez cuando la luz se apaga las máscaras del día caen al suelo, dejando al descubierto los muñones del miedo. En la oscuridad las rosas no son rojas; tal vez ni siquiera sean rosas, sino cuchillas aleves de afeitar.
Que el hombre es un lobo para el hombre se sabe desde el principio de los tiempos, que es como decir que se sabe antes del verbo. La historia del lenguaje arranca en el deseo de encubrir esa ecuación y algunas otras traiciones similares que viajan en el equipaje humano. Con palabras se ha tejido el velo que, en la seducción artera de su trama, ha encapsulado en su belleza la mentira. Es el velo que cubre a una rosa de rojo terciopelo o que rodea de inocencia la blancura de una banda.
Somos criaturas frágiles, sometidas al dolor de la ficción, a su alumbramiento y posterior ejecución. Como una suerte de genésico mandato divino, “engañarás con dolor” es el designio verdadero con que se nos expulsó del Paraíso, llevándonos tan sólo los ojos bien abiertos y un cálamo en las manos. Así lo muestra Das weisse Band, la última cinta de Michael Haneke, que ha logrado turbarme en esta noche y que trata sobre el tortuoso aprendizaje y asunción del complejo mecanismo de la mentira original. La cinta blanca con que se ciñe a los pequeños para recordarles la pureza es en realidad un trasunto de la serpiente maléfica, y su candidez es el veneno que les lacera a la vez que les insufla la licencia para dañar con propiedad.
El mundo adulto está inmerso en el terror, pero en un terror civilizado, comm’il faut: el espanto se desnuda en el silencio de la noche para revestirse al alba con el ropaje de la apacibilidad. En el microcosmos infantil el terror es un juego sin reglas, más próximo al no man´s land de la intuición y del ámbito macabro de los sueños. En la transición de uno a otro, en ese rito de paso que implica cruzar un puente de lamas podridas entre dos orillas infectas por igual, radica el reconocimiento de la comunidad exiliada y la bienvenida al rebaño pervertido por las tablas de la ley.

39 comentarios:

Paulus dijo...

Gracias.

Anónimo dijo...

A vos.

Javier Vila dijo...

Te leo y no siempre te sigo... vuelas alto y yo a ras de suelo. Sin embargo ese corte de la cinta blanca... me ha emocionado. Ahí te has pasao. No se le puede poner a un mal padre, que hace lo que puede, una lección como esa un domingo, tan sólo porque tiene el vicio de seguir a sus amigos en internet en lugar de ir a alguna misa de alguna religión reparadora y confortadora...

Anónimo dijo...

En tu emoción está la altura exacta del vuelo, Javi. Y sí, esa escena es temible como el filo de un cuchillo. El padre dios se encara con su hijo candidato a su labor, su sucesor: ¿qué hacer cuando las criaturas que has amamantado deben volar solas? Un dios del terror no se resigna a ese momento crucial de la partida libre. No: para eso están las jaulas... y también las cintas blancas. Un beso en tu cueva.

Elvira dijo...

Me gusta mucho la frase de Wittgenstein.

El fragmento de La Cinta Blanca me ha emocionado. En realidad, amamantamos a las criaturas para eso, para que vuelen solas.

"El mundo adulto está inmerso en el terror, pero en un terror civilizado, comm’il faut." Muy cierto, Ana. Conviene ver las cosas como son, llamar a las cosas por su nombre.

Un beso pensativo

Anónimo dijo...

No vuelan, no, las criaturas. Ni incluso en el exilio renuncia dios al ejercicio del poder. Aunque la civilización convierte el despotismo en una ficción soportable.
Beso, bella Elvira.

Dean dijo...

Aún con luz, las máscaras ocultan las verdaderas intenciones de la gente, y aún en la oscuridad los corazones nobles dejan entrever su bondad.
Un saludo.

Antonio Tello dijo...

Tienes razón Ana, vivimos inmersos en el terror y de allí la angustia existencial que nos hace extranjeros en el mundo. ¡Qué responsabilidad la de los padres! ¡Educar a sus hijos para la libertad y al mismo tiempo enseñarles a soportar la prisión! A la luz de tu reflexión recuerdo el poema de Rilke y no puedo evitar interpretarlo ahora como un grito de desesperación:

Una sola rosa es todas las rosas
y es ésta; el irremplazable,
el perfecto, el dócil vocablo
que encuadra el texto de las cosas.

Cómo decir alguna vez sin ella
lo que fueron nuestras esperanzas,
y las tiernas intermitencias
en nuestro continuo viaje.

Un beso en el jardín.

Anónimo dijo...

También, amigo Dean, también. Ya decía el viejo Eguchi de la Casa de las Bellas Durmientes que es “en la oscuridad del mundo donde están enterradas todas las variedades de la transgresión”.
Un cordial saludo y bienvenido.

***

Sí. Sin esa extraña rosa estamos perdidos en el laberinto, mi querido Antonio... Qué bien leíste. En Rilke se encuentra casi todo... Un beso perfumado.

Elvira dijo...

Me parece genial este comentario de Antonio Tello:

"¡Qué responsabilidad la de los padres! ¡Educar a sus hijos para la libertad y al mismo tiempo enseñarles a soportar la prisión!"

Más besos

Morgenrot dijo...

Ya busco cita para " La cinta blanca", en la sala de V.O.

Gracias por Wittgenstein, Hobbes, Tú y " La cinta Blanca ".

Un beso fortísimo

Anónimo dijo...

Estoy segura de que a ti muy especialmente te removerá, querida Morgenrot. Un beso descintado.

leo dijo...

Todo es horror, si nos quitamos los filtros.
Quiero ir a ver La cinta blanca esta semana.
Un beso, Ana.
(Jo, qué reguapa estás en la foto, cada vez que te veo lo pienso)

Anónimo dijo...

La ficción es un castigo divino, también una venda para la supervivencia.
Graciassss por el piropo, preciosa. Beso.

Rukaegos dijo...

Bellísima reflexión para una película turbadora y emocionante.

Rukaegos dijo...

Por cierto, entre las múltiples lecturas que pueden hacerse de la historia, me fue fascinando cómo Haneke iba tejiendo toda una tela de araña simbólica, con sugerencias e ideas que irremisiblemente nos empujaban varios años hacia delante. Desde los niños "marcados" con la cinta blanca (que igual podría haber sido una estrella de david o un triángulo rosa) al sacrificio del muchacho deficiente (el programa eugenésico), desde la obediencia ciega e irresponsable (juicios de Núrenberg) a la sociedad vigilante que interfiere en todos los ámbitos de la privacidad ...

elhombretranquilo dijo...

Muy sugerente tus comentarios sobre la última película de Hanecke. A ver si me armo de valor y me someto voluntariamente a las dos horas y media que dura el evento.
Con este director tengo sentimientos encontrados. "Funny games" me parece una película de tesis que resulta más interesante desde el plano teórico que desde el práctico; "Código desconocido" era interesante pero algo irregular; y reconozco que "La pianista" es la joya de la corona: terrible, brutal, malsana y muy valiente e impúdica a la hora de mostrar al desnudo la enfermedad y el vértigo que anida en el oscuro y profundo pozo del alma humana.
A ver si la veo y así opino de primera mano.
Ahí queda la amenaza.

Anónimo dijo...

Querido Ruka: Qué duda cabe que esta es la cinta de esta temporada… y también de alguna otra. Hacía tiempo que no veía una película tan bien hecha y tan turbadora –adecuado el adjetivo que empleas-. Curiosamente, la vinculación de la cinta con el nazismo ha sido negada por Haneke, a pesar de que es una de las perspectivas que casi inmediatamente pueden venir a la cabeza… A mí particularmente me parece más un retrato genérico de la maldad humana y su proceso de incubación, en directa relación con el cultivo del engaño, que propiamente una metáfora sobre el nazismo. Al fin y al cabo, horrores como ese ha habido varios en la historia universal de la infamia, aunque quizá no hayan sido tan bien publicitados… Un beso grande.

***

Hombretranquilo: Gracias por tus comentarios. En este caso, no vas a tener que armarte de valor. Las dos horas y veinte minutos de La Cinta Blanca transcurren con buen ritmo, y es exactamente el tiempo que requiere la película para su correcto desarrollo. Es más, a mi juicio la única mancha que se le puede achacar es precisamente la falta de diez minutos finales que redondeen la cinta. En general, suele gustarme mucho el cine de Haneke y no le encuentro los defectos que suelen imputársele (finales arbitrarios, etc.). Funny Games me parece una película espléndida, intensa, cortante, a la que sólo afean un par de escenas un tanto “televisivas”; Código Desconocido es magnífica, y Caché impactante. La Pianista es la que menos me gusta: el libro le pesa demasiado, y la verdad es que esa novela de Jelinek merece una lectura muy detenida: si te gustó la película, la novela te robará el sueño y hasta el sosiego.
Opina cuanto quieras. Eres bienvenido. Un fuerte abrazo.

elhombretranquilo dijo...

Parece que no compartimos la misma opinión respecto a Hanecke, pero siempre resulta más estimulante y enriquecedora el contraste que la coincidencia. Puede que no sea del todo objetivo con "La pianista", puesto que siento auténtica pasión por Isabelle Huppert, y también me encantan las historias de personajes extremos que llevan sus obsesiones al límite.
He seguido tu consejo y, aunque no se encuentra entre mis recientes coordenadas e intereses literarios (admito que muy erráticos, dispersos y arbitrarios), he comenzado a leer la novela de Jelinek. Mas que a pluma, parece escrita bisturí en mano, de tan precisa, incisiva y quirúrgica que resulta. Aún no he notado efectos secundarios, pero si, tal y como dices, me roba el sueño y hasta el sosiego, voy a exigirte una compensación por daños y perjuicios (aparte del importe de las facturas del psiquiátrico).
Si me permites una humilde sugerencia (aunque supongo que ya lo habrás leido), quiero recomendarte un pequeño cuento de Tommaso Landolfi ("La muda") que también narra una historia terrible de locura y obsesión, tan malsana y turbadora como la de nuestra pequeña Erika. Está publicado por Siruela bajo el título "Tres relatos", y también incluye su reverso luminoso bajo el título "Mano robada", una maravillosa, sutilísima e inteligente historia de amor.
Un último comentario. Me resulta muy simpático lo que dices en tu perfil respecto a que no te pronuncias sobre el estado de la poesía actual. Yo suelo utilizar una frase del nunca suficientemente bien ponderado Valle-Inclán, que en el colmo de la chulería pone en boca de uno de sus personajes esta perla: "No leo a mis contemporáneos".
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Estimado: Admito tu pasión por Huppert. Es difícil no sentirla, da lo mismo si se es hombre o mujer. Y además ella en esa película está realmente espléndida, aunque a mí particularmente no me guste cómo desteje Haneke la historia de Jelinek (por cierto, austriacos ambos). Espero que la lectura de esa afilada novela no genere gastos tan altos que no se puedan abordar... Veremos y lo negociaremos ;)
Gracias por la cita de Landolfi; ese libro, en efecto, ya lo conocía, pero no por ello es menos recomendable. Sirva para todos los que merodean por aquí.
La frase de Valle-Inclán le encantaba, supongo que lo sabes, a Borges, que la citaba muy a menudo. Otra de las perlas del argentino era "Lo creo ciegamente"...
Besos, hombretranquilo.

P.S.: Cuando veas La Cinta Blanca, pasa a comentar...

elhombretranquilo dijo...

Ya me imaginaba que habías leído el libro de Landolfi ¡qué atrevimiento por mi parte recomendártelo! En el juego literario debe de resultar muy complicado ganarte una baza...
Me encanta la cita de Borges, y admito que no la conocía. Tengo al escritor argentino en un lugar privilegiado de mi altar personal de genios y figuras, especialmente porque lo descubrí en mi más tierna adolescencia y, aparte de su extraordinario talento como narrador, me abrió multitud de puertas hacia autores que he descubierto bajo su atenta recomendación. Fue en esa época cuando dí el rocambolesco y peligroso salto que me llevó de la contínua y desmesurada lectura de todo tipo de comics y tebeos a Kafka, Borges, Stevenson, Baudelaire,Céline... Historias para no dormir... no quiero aburrirte.
En fin, el caso es que me interesan muchísimo sus ensayos, y especialmente su labor como cuentista. Una debilidad personal: "La lotería de Babilonia".
Esta tarde igual me animo a ir a los Groucho a ver la película de Hanecke.
Ya te contaré...

Anónimo dijo...

Así que estás en Santander... ;) Un beso grande. Aguardo tus borgianos comentarios.

Escéptico dijo...

Bendito comentario. ¿Somos criaturas frágiles o nos hacen frágiles las circunstancias, los entornos, las frustraciones, los vacíos...? Intento que me fragilidad, por conocida, no me devore.

Anónimo dijo...

Te devorará o se convertirá en algo monstruoso. Un beso frágil, mi querido Jesús.

elhombretranquilo dijo...

Ayer fui a ver "La cinta Blanca" y la verdad es que me ha parecido una buena película, pero como me encanta el debate (razonado) voy a sembrar alguna semilla negra sobre el puro y nevado paisaje (muy pictórico) que nos muestra la cinta de Hanecke...
No sabría expresarlo de forma precisa pero me da una cierta sensación de frialdad, como si le faltase el alma, ese soplo que convierte a los personajes en algo más tangible que el simple celuloide. Es cierto que la mayoría de los actores están extraordinarios, pero creo que les falta entidad, a pesar de que se les concede mucho tiempo, espacio y primeros planos. Admito que hacen un gran trabajo, pero siempre al servicio, no de la historia, sino del discurso.
También me parece que sin la presunta carga simbólica y/o premonitoria respecto al devenir de la historia de Alemania, lo que queda es una buena historia de género con un cierto "mensaje". Prefiero verlo así, porque dentro de esa supuesta carga profética me parece un poco simplista comparar el silencio cómplice e hipócrita del pastor con la actitud del pueblo alemán durante los horrores del nazismo. En este sentido prefiero contemplar la película como una fábula sobre los orígenes del mal y los peligros de la obediencia ciega a unos supuestos valores absolutos que en su misma condición de pureza y perfección se alejan irremediablemente de todo cuanto es humano.
Hay voces que pretenden comparar "La cinta blanca" con el cine de Dreyer, pero más allá de la elección del blanco y negro y la ambientación de la historia dentro de una humilde comunidad rural, lejos queda el "milagro" de "Ordet"; aquí sobran engranajes y falta poesía.
En fin, esto no es más que mi humilde (y disidente) opinión y agradezco la posibilidad de expresarla y (dentro de mis múltiples limitaciones) enriquecer el debate.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Estimado y no tan disidente Hombretranquilo: Bienvenida sea, como ya te dije, tu opinión sobre la película "en discordia". Y ya que planteas la palabra "debate", vamos a entrar en ella con propiedad ;) Hablas de frialdad en la cinta y no te falta ra´zón. Pero es que creo que es esa frialdad precisamente la que persigue el director austriaco. Si despojas a la película de su gelidez, nos quedamos con una de cuáqueros para ver el domingo a las 4 de la tarde. Entiendo que la comparación con Dreyer, uno de mis "monstruos" intocables, viene precisamente por ese mismo concepto: el estremecimiento que nos genera el cine de Dreyer es un temblor conceptual, no un temblor emocional. Gertrud nos conmueve con una lápida de mármol en que ha hecho grabar una inscripción latina. La relación entre ella y su esposo es fría como el hielo, la pasión adúltera de la esposa es una pasión inspirada en la trastienda de la literatura. Y sin embargo, en ese blanco y negro hay algo atroz que nos revuelve. Es lo mismo que ocurre en La Cinta Blanca, que además hace alarde de una perfección técnica e interpretativa pasmosa. Cierto que en Dreyer hay más poesía que en Haneke; pero también en Haneke hay más horror que en Dreyer. No creo que lo uno ni lo otro suponga un mérito añadido.
Estoy de acuerdo en lo que dices acerca de la auténtica intencionalidad de la película. No creo que a Haneke le preocupe tanto rescatar la supuesta semilla del nazismo -de hecho, lo ha negado explícitamente- como la génesis del mal, que curiosamente encuentra su razón de ser en la exacerbación de la pureza. Del mismo modo, la idea de Dios -algo que también vincula la película con Dreyer y Bergman- flota sobre la acción con una intensidad perversa, y por ello me he permitido plantear esa idea del "engaño original" como pecado que expiamos y a la vez ineludiblemente transmitimos.
Gracias, de nuevo. Un fuerte abrazo.

elhombretranquilo dijo...

Ciertamente, puede que no haya sido del todo justo mencionar a Dreyer, cuando tienes razón al apuntar que persiguen objetivos diferentes.
Es indudable que la película está dirigida con mano maestra, pues tanto en cuestiones de imagen, como de interpretación y realización el resultado es impecable. Ahora bien, puede que sea una apreciación personal fruto del inevitable (y saludable) subjetivismo, pero no me acaba de convencer ese contraste (o desequilibrio, según la opinión) entre el dramatismo de la historia, llevado a buen término por unos actores extraordinarios, y la frialdad o distancia de la puesta en escena y el resultado global de la película.
Desde luego que la lectura que haces sobre el aspecto religioso, y especialmente sobre la "mentira original", resulta de lo más estimulante a la hora de repensar la cinta.
Espero volver a tener la posibilidad de volver a "debatir" contigo ya sea sobre cine, música, literatura u otro tema (aunque creo que me tocará jugar siempre con desventaja...).
Besos.

Anónimo dijo...

Estimado: En el diálogo nunca hay ventajas, ni menos aún aventajados. Máxime si se ha sostenido con la corrección y el fundamento con que han discurrido todas tus aportaciones. Para mí ha sido un placer. Espero sinceramnte que haya más. Un abrazo y un beso.

elhombretranquilo dijo...

El placer ha sido mío. Espero volver a compartir impresiones contigo con "corrección y fundamento", y a ser posible aderezadas con un poco de pasión, porque el arte afecta con la misma intensidad al corazón y a la cabeza.
A ver si este fin de semana termino de leer "La pianista" y te comento qué me ha parecido (siempre que no tengan que internarme en una saludable casa de reposo por alteraciones nerviosas y desórdenes del sueño).
En esta novela no hay palabra que no hiera...
Besos.

Unknown dijo...

Acabo de ver “La cinta blanca” y estoy de acuerdo en que se trata de una de las películas de la temporada. La fría atmosfera de un pueblo, aparentemente tranquilo, plantea macabras insinuaciones que se van construyendo en un guión muy elaborado, con elementos sin respuesta, envolviéndonos en una incertidumbre que sólo se ve despejada al final de la cinta.
En “La cinta blanca” Haneke me recuerda mucho a Bergman. Lo que más me ha impresionado es la interpretación de los niños, sus gestos, su aspecto. Parece increíble que esos actores no sean de otro siglo. Perdona por el rollazo pero hacía mucho tiempo que no veía una película tan bien hecha. Gracias por traerla aquí.

Anónimo dijo...

Hombretranquilo: No hay diálogo que verdaderamente lo sea que transcurra sin pasión. En cuanto a La Pianista, ya te avisé... Sí duele, sí. Es terrible. Y además sin redención. Siempre podemos escaparnos hasta Berghof a charlar y reponernos... Besos.

***

Luis: Bienvenido. Nada de rollos: gracias por tus apreciaciones. Hay una escena en La Cinta, la espantosa conversación entre el médico y su "compañera", que me recordó el horror de la que mantienen el padre y el hijo en Saraband... Aparte de que las escenas de la casa del pastor remiten inevitablemente a Fanny y Alexander. Un abrazo y siéntete en tu casa.

elhombretranquilo dijo...

Hola Ana.
Ayer terminé de leer “La pianista”, de Elfride Jelinek… ¡Y he sobrevivido!
La verdad es que como lectura resulta toda una experiencia, pues transmite un malestar físico y emocional de efectos devastadores. Me ha parecido una historia terrible y obsesiva, en donde los personajes se enfrentan en un turbio y malsano conflicto que gira en torno al amor, la enfermedad y el deseo.
A través de una disección implacable, precisa e impúdica, se crea una atmósfera tan opresiva y turbadora que llega a causar auténtico malestar, vampirizándote por completo para abandonarte después completamente solo frente al vacío.
Aunque resulte contradictorio, es saludable asomarse de vez en cuando al abismo (aunque sólo sea para que “te devuelva la mirada”), pues frente al peligro del vértigo siempre se obtiene una perspectiva tan real y necesaria como dolorosa.
“Se han venido sirviendo a las gentes demasiadas golosinas, por eso tienen estropeados los estómagos; se precisan medicamentos amargos, verdades acerbas.” Lérmontov
Me apetece volver a ver la película, especialmente porque intuyo que la decepción que te causó quizá se deba en parte a la complejidad que supone trasladar al medio cinematográfico el ambiguo y revelador punto de vista que adopta la novela (esa tercera persona cómplice y distante a la vez), desde el cual se filtra una mirada cruda y descarnada (e incluso nihilista) de la sociedad, cuya autoría no siempre pertenece claramente a Erika, sino a la propia Jelinek.
Curiosamente, antes de que me recomendases este libro, tenía intención de comenzar “Confesión”, de Tolstoi. Confío en que ahora me resulte de mayor utilidad como contrapeso frente al horror, equilibrando en cierta forma mi actualmente descompensada balanza. En caso de que no note sus efectos en veinticuatro horas, voy a exigirte que me proporciones un contraveneno, o que me extiendas una receta con la que acudir rápidamente a la farmacia (o librería) de guardia más cercana para adquirir el medicamento apropiado que alivie mis dolencias.
Como medida preventiva, y a falta de prozac o sustancias más fuertes, anoche saqué del botiquín de emergencia “Medianoche”, de Mitchell Leisen, para poder conciliar el sueño sin la amenaza de oscuras y tortuosas pesadillas.
Besos.

Anónimo dijo...

Mi estimado: ¡¡Qué linda esa historia imposible de Leisen!! Pero ya que estamos en esas materias, y puesto que me pides asistencia, me permito hacerte una recomendación para las fechas venideras: viendo que estás en Santander, no sé si sabrás que en la Filmoteca van a proyectarse próximamente algunas películas de M. Carné. NO DEJES DE VER, bajo ningún concepto, Los Niños del Paraíso. Si es que no la has visto aún, o no entera (está estructurada en dos partes de 90 minutos exactos cada una), recordarás mi recomendación y vendrás a darme las gracias por escrito en este blog ;)) Un beso

elhombretranquilo dijo...

Tomo nota de tu atenta recomendación, especialmente porque no la he visto y es una de las numerosas asignaturas que tengo pendientes (siempre he sido un mal estudiante).
Me gusta bastante el cine francés anterior a la nouvelle vague (de este movimiento ya soy más selectivo y hago una criba un poco más feroz), especialmete las películas de Renoir, Becker, Bresson y el maravilloso Ophuls.
Procuraré estar pendiente del programa de la filmoteca para encontrar el momento apropiado.
Muchas gracias por el aviso.
Besos.

Anónimo dijo...

Que la disfrutes, querido amigo. Besos.

elhombretranquilo dijo...

Hola Ana.
Quisiera pedirte un pequeño favor. Me gustaría aprovecharme de tus amplios y doctos conocimientos en materia de música clásica. El caso es que hay muchas lagunas que quisiera cubrir, pero prefiero hacerlo habiéndome documentado bien primero, para no errar el tiro en la elección de la obra o la interpretación. Soy más de música de cámara que orquestal, también me gusta la música coral y los lieder, pero respecto a la ópera me mantengo virgen hasta que llegue el momento adecuado (o hasta que haga el correspondiente cursillo prematrimonial), y tengo predilección por las obras de piano solo. Tengo a Bach en un altar, y después a quienes más escucho son Ravel, Debussy, Mompou, Satie, Janacek…
En realidad mi género predilecto es el Jazz, y como la música es una pasión a la que estoy completamente sometido desde mi más tierna infancia, soy un auténtico agujero negro (tengo una colección realmente heterodoxa, pero me gusta pensar que a la vez exquisita), que también se adentra en otros estilos profanos como el soul, pop, blues, reggae, étnica, bossa nova, psicodelia, folk, country…
El caso es que quisiera hacerte alguna consulta y no sé si es correcto invadir tu blog con estas cuestiones o si prefieres que dirija estos asuntos a alguna otra dirección o correo.
Por cierto, acabo de leer “La última palabra” y me ha parecido estupendo. El prólogo es francamente bueno y está preñado de conceptos muy sugerentes hilados de forma muy brillante. Me ha emocionado (por ser algo que siento de una manera tan cercana y profunda) como has hilvanado el asunto del uso del verso en las lápidas con la intención de atraer la atención del caminante, para enlazarlo con la idea de la vida (y la muerte) como poesía. Me quito el sombrero.
Estoy encantado de tener tan a mano la posibilidad de “charlar” contigo. De verdad.
Un beso.

Anónimo dijo...

Mi querido amigo: No puedo sino sentir un cierto rubor (sincero, no impostado) por tus comentarios acerca de La Última Palabra. Es un libro fácil de leer y sn embargo difícil de aprehender, y me alegra enormemente haber sido capaz de transmitir esa hilazón que tan bien has percibido entre vida y muerte, poesía y memoria, escritura y diálogo silente.
Por lo demás, para cualquier asunto que te apetezca comentar, te invito a que me escribas a mi correo particular: aspasiana@terra.es
Un beso agradecido.

josepmaria dijo...

tenías razón Ana en que iba a ser la película de este año, en Barcelona sigue en dos cines

Anónimo dijo...

La Cinta Blanca y Un Profeta son probablemente las dos mejores películas que he visto en los últimos meses. Bien recomendables. Un abrazo, josepmaria.