miércoles, 15 de diciembre de 2010

LOS AMIGOS DE ANA

El lujo que siempre ha sido contar con Regino como amigo se demuestra en cosas como esta:

Resulta bien difícil para mí hablar de Ana Rodríguez de la Robla con unos mínimos de objetividad. Porque yo a Ana la quiero mucho, porque tengo muchas razones para deberle un largo agradecimiento, y porque hubo un día en el que el mundo, entre otros criterios, se dividió entre quienes le abrieron los brazos a Leo desde el primer segundo, reconociendo su magia y mi felicidad, y quienes decidieron mirar para otro lado, tal vez porque sólo les sirves como amigo cuando eres más desgraciado que ellos. Leo se enamoró de Ana de inmediato, de su sonrisa franca, de su lengua sarcástica, tan afilada como sus deslumbrantes tacones.
Pero es que además me gusta cómo escribe, su lenguaje rico y musical, su despierta inteligencia, la elegancia de sus párrafos, la cultura infinita que exhibe y que le ha ganado algunas inquinas porque siempre es difícil aceptar que otra personas te saque tres cuerpos en la carrera hacia las nubes.
Así que la objetividad comienza al decir que acaba de editar un nuevo libro, en el que bajo el título de La propia habitación recoge pequeños fogonazos de inteligencia, inclasificables, que rozan a veces el poema en prosa para convertirse en observación certera o reflexión exquisita sobre el mundo, el arte y la carne. Continúa aclarando que el libro ha sido editado por Valnera Literaria, y termina constatando que mañana se presenta en el Ateneo de Santander, a partir de las 20:00.
A partir de ahí, sólo puedo escribir que su libro me gusta, que me gusta mucho, y que me interesan sus reflexiones lúcidas y nunca gratuitas. Que viajar de la mano de Ana para mirar un cuadro o escuchar con oídos más atentos una nueva obra de música, que leer desde sus ojos ese viejo o nuevo libro, es desbrozar los misterios de la creación y sonreír sin aviso previo con su certera pluma.
Sí, ya lo sé. En este mundo que se está consagrando al "especialista", a ese sobre el que bromeaba Ortega definiéndolo como "el que lo sabe todo de nada", chirría que una mujer como Ana de la Robla se atreva a hincar el diente en campos tan diversos, encantados de poder sorprenderla en uno de sus escasísimos renuncios. Pero Ana es de la estirpe humanista, incapaz de negarse a un placer o renunciar a una sola de las ventanas que su espíritu abierto necesita para seguir respirando.
Y por eso su habitación, tan privada, tan propia, es también la habitación de muchos.

14 comentarios:

Antonio Tello dijo...

Mi percepción a la distancia no es ajena al conocimiento que Regino tiene de ti, querida Ana. Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Gracias, amigo Antonio. Un fuerte abrazo de norte a este.

leo dijo...

Qué bonitas palabras, Ana. Estoy convencida de que las mereces una por una. Y espero pronto poder comprobarlo por mí misma.
Un beso grande.

Anónimo dijo...

Espero no defraudaros. Ya me contarás...
Un beso fresquito.

C.C.Buxter dijo...

Seguro que todas esas palabras son justas. Enhorabuena por el nuevo libro, Ana :-)

Anónimo dijo...

Gracias, queridísimo. Besos librescos.

Rukaegos dijo...

Pues yo creo que más que justas son un poco escasas, pero tampoco hay que pasarse :)

Y seguimos disfrutando con tu habitación.

Anónimo dijo...

Y yo pensando en la siguiente...
Un beso desde mi ventana, cielito.

Elvira dijo...

Preciosa reseña, Ana. Y seguro que muy merecida.

Te deseo muy felices fiestas con los tuyos! Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Felices fiestas, querida Elvira. Un beso.

Luisa dijo...

Enhorabuena, me alegro.

Sabes que "Mi ignorancia es muy atrevida". Eso de dejar la página en blanco...,me asustó.
Pensé: ¿Habrá partido hacia el exilio?
¡¡¡Has vuelto a casa por Navidad!!!
Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Hay que volver... siquiera de vez en cuando ;)
Un beso y felicidad, querida Luisa.

Luisa dijo...

No tiene porqué ser en todos los casos.
Recuerda:
-"La memoria no perdona".
Besos siempre.

Anónimo dijo...

Tal vez...
Besos, querida.