miércoles, 20 de junio de 2007

MOZART: LA VENTANA.

Siempre creí -ya les he hablado de esto- que el tercer movimiento de la Gran Partita de Mozart era la más estremecida expresión de un tiempo que termina, de una belleza que se apaga por propia voluntad sin renunciar al esplendor. La Gran Partita podría ser algo así como la banda sonora de las últimas palabras que precedieron a la muerte de Sócrates, la música que se confundía con el crepitar del fuego mientras Virgilio entregaba La Eneida a las llamas con sus propias manos.
Pero hoy Mozart me asoma a una ventana en que el adiós deja paso al horizonte. Mozart es el recuerdo de unas lágrimas prendidas de una blusa, de una tormenta que resplandece entre las manos más allá de unos visillos, del calor de la hierba y su caricia nocturna dulcificando la razón.
Vean aquí cómo dirige Daniel Barenboim... Bolonia al fondo. Y el corazón de Hofmannsthal pensando el mundo ("Oder als könnten wir in ein neues, ahnungsvolles Verhältnis zum ganzen Dasein treten, wenn wir anfingen, mit dem Herzen zu denken").

6 comentarios:

uminuscula dijo...

Eleven am me parece un título increíble, a ti? :)

he estado viendo unos cedés del guggenheim, bueno, sobre todo a kiefer.

estoy asombrada

besín

Anónimo dijo...

Pues sí que parece increíble, entre otras cosas porque la luz pone las agujas del reloj en otro lugar...
Cosas de Hopper...
La foto de Bolonia sí es a las 11 de la mañana. Dígase por compensar.
Beso.

JML dijo...

Mi querida Ana:

Otras expresiones estremecidas de un tiempo que termina, son “esa línea de Verlaine que no volveré a recordar, esa calle próxima que está vedada a mis pasos, ese espejo que me ha visto por última vez, esa puerta que he cerrado hasta el fin del mundo o ese libro que ya nunca abriré”… Borges sabía mucho de estas cosas, sobretodo de enumeraciones caóticas y de últimas palabras. La Gran Partita… Estamos volviendo al polvo, y el polvo es una música confundida en el adiós.

Un saludo detrás de la tormenta

Anónimo dijo...

Pero Borges, también, era un tigre... A veces del polvo, del adiós, se extraen fuerzas de flaqueza. El zarpazo con que se abre una ventana.
Un gran beso, querido mío.

Anónimo dijo...

Hola Ana: eres la primera filóloga que conozco (el otro gran filólogo que conozco es mi amigo Nietzsche).

¡Tu blog es todo un mundo para conocer! Lo seguiré visitando.

Un abrazo desde Caracas.

Anónimo dijo...

Tadeo: Me haces un gran honor... ¡¡gastas espléndidos amigos!!
Estuve en tu ciudad hace no demasiados años. También es todo un mundo... Y he estado hoy en tu blog.
Sé bienvenido aquí. Un fuerte abrazo.