martes, 26 de junio de 2007

ORFEOS

Qué peligroso es volver. Termino el inquietante libro de Miroslav Krleža, El retorno de Filip Latinovicz, y los efluvios de la descomposición me impregnan las manos. El regreso a los lugares después de varios años es oficio de sepultureros. A las ciudades que alguna vez fueron de uno –como los bosques todos son de Diana, que decía Calímaco– siempre hay que retornar con una pala, y dispuesto a llenarse de lodo las rodillas, las meninges, lo que sea. El espectáculo es dantesco y no resulta fácil tolerar el hedor de la putrefacción. Los cadáveres acaban siempre tomando su revancha con los vivos. Es natural.
A las películas tampoco hay que volver, ni a ciertas músicas, si llevan etiqueta temporal. Mejor es revolcarse en el vacío, en el futuro. Volver la vista atrás es sumir lo bello en el reino pestilente de las sombras, ser necios como Orfeo, perder lo poco que un día fuimos por la gracia del azar o la memoria, que siempre nos complacen.

Lo advierte alguien que conozco bien:

Las máscaras aguardan en el limo
su turno de fulgores apagados.


Cuidado, pues.

12 comentarios:

JML dijo...

Mi querida Ana:

Te prodigas poco en este blog, y yo te espero siempre. Siempre vuelvo a tus regresos, que hoy encuentro retratados como “efluvios en descomposición”. Creo que a pesar de todo nos gusta nadar entre miasmas. Sólo nos pertenece el mundo que se ha ido. Como dice esa greguería triste: “En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado”. Me temo que Heráclito no se miraba en los espejos…

Un beso de enterrador

Anónimo dijo...

Mi querido Perdedor:
Siempre te aguardo... La verdad es que últimamente me prodigo poco, en todas partes. Ando en tareas que me succionan las palabras y hasta los hechos.
Pero sí, nada seríamos sin la sombra del agua estancada a las espaldas. Lo malo de los espejos ahogados es que no fluyen ordenadamente, sino que se arremolinan, y a veces todos juntos producen un fulgor decrépito e irresistible. Entonces toca retirada.
Beso intenso con pala en mano.

Filisteum dijo...

bueno, ¿y qué?, te gustó Krleza?

A mí me pareció un escritor de estilo, la verdad. Y eso que traducido no s ejuzga igual. Peor me gsutó mucho.

Bien por stus cementerios y tus muertos vengativos.

besos

Anónimo dijo...

Mucho más que gustar, Javi. Me fascinó. Me fascinó su ambiente putrefacto, sus lúcidos comentarios sobre la creación, su estilo personal... Me da la impresión de que la traducción lo traiciona de vez en cuando, como si se dejara algo en el tintero o las palabras en ocasiones no fueran las precisas, pero aún así... pedazo de libro.
Mil besos y muchas gracias.

Jorgewic dijo...

Amigos queridos

La primera imagen es buena de narices : un espejo, en el agua. La pregunta no es ociosa, ¿boca arriba o boca abajo? El postulado de la tostada y la mantequilla. ¿Se refleja él en el agua, o vicevérsica? Como dos espejos pegados. ¿Se anulan o se duplican? Un maestro zen, mientras se lava los pies, diría que en un espejo no cabe nada, que el vacío es perfecto, porque mira hacia adentro.
Y seguimos, imaginemos que ese espejo se rompe en el agua. De sus pedazos, girando, algunos van a parar al fondo ..., mientras otros suben a flotar a la superficie, en un juego de contrarios que el Lynch explicaría muy requetebien en una de sus películas, con excelente despliegue de cuerpos femeninos y tutti quantti. En ese caso, me pido el pescador que se tira al agua para salvar a la moza del peligro de cortarse. El boca a boca me sale de rechupete, valga la rebuznancia.
Besos

Javier Menéndez Llamazares dijo...

Mi adorada:
Qué grato es el peligro. Qué grato es volver, quiero decir; qué grato recuperar la palabra precisa, la mesura de una nueva victoria. Aunque a veces las disfraces de barro y corrupción, no puedes mitigar su fulgor. Claro que no hay que volver, claro que no. Pero qué hacer, si ni siquiera Lot pudo convencer a Sara...
Yo seguiré volviendo a que me hables de Krleza, a contarte mis derrotas.
Aunque me pongas la hora de G como espada de Damocles.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Querido Jorgewic: Los espejos no son más que pequeñas aguas estancadas. De algún modo lo intuyes bien: el cuadro dentro del cuadro, el todo en escala dentro del todo natural. Menos mal que un beso suele ponerlo todo en su lugar. Beso precavido (por los cristales, digo).

Mi siempre esperado Javier Llamazares: Qué grato recobrarte. Cuando apareces, esta bitácora se olvida de desperdicios y se viste de victoria. Y tus palabras pequeñas y precisas como flores en la noche. Un beso sincero.

matlop dijo...

te dejo
mil sonrisas de regalo!

M:

Anónimo dijo...

En un espejo vemos, literalmente, el pasado (la luz también se demora en su llegada) se diría que así nos atrapa un poco, que nos lastra.
El remolino de agua y espejos, que viajan, que flotan -unos cara arriba devolviendo luz, otros opacos obviándonos deliberadamente- conforman, sin duda, una imagen inquietante de vida. Mientras andamos este río, qué imposible es no mirar atrás, no volver un poco, no buscarnos, no reflotar pecios. Y qué imposible es hacerlo sin herirnos con los destellos, con los filos ocultos (en el limo donde aguardan, también, su turno)

Aunque en realidad nunca volvemos pues daríamos, entonces, vueltas en círculo y no es el caso. Viajamos en una espiral que nos hace creer, cuando volvemos, que estamos en el mismo punto, pero no es cierto. Estamos una vuelta -una espira- más arriba o más abajo.

Se te besa desde la ternura,
Enrique V

Anónimo dijo...

Mi querido Rey Enrique: Claro, vivir es un acto del pasado, sólo decirlo ya lo es... La única salvación contra el fluir son los sentimientos, que sí perduran. Gracias por tu ternura que es presente y es futuro. Beso perenne. Y gran una sonrisa... ya sabes.

Filisteum dijo...

Estoy con otrolibro extraño d eun autor extraño.

Te copio la frase inicial:

"Sus reproches son inútilres, como la ira de quien llama a la puerta equivocada en vez de llamar a la que busca"

te he dicho ya que amo a los escritores centroeuropeos, ¿verdad?

:-))

Anónimo dijo...

Javi: ¿Cuál es tu nuevo camino? Ya sabes que ese amor es compartido. Beso.